lunes, 28 de noviembre de 2011

Vale, sigamos...



¿Qué ves?

¿Qué ves,
cuando cierras tus ojos, ojos otoñales, océanos delirantes, olivos en flor, 
qué ves?
¿Flagrantes rayos de sol, colores fulgurantes, turbias siluetas, recuerdos 
del presente?
¿Qué ves,
cuando abres tus ojos, cuando la luz te abruma, el presente te embarga, 
enloquece, emborracha, explota?
¿Qué ves, cuando las notas trepan por la guitarra, los rosados dedos 
acarician la música, cuando cierras los ojos y en la belleza te sumerges? 


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¡Despierta!
Hey, despierta, stand up!
¿No escuchas el rumor del viento,
el piar de los pájaros,
el susurro de los árboles,
el maldito despertador?

¡Levanta, despierta, retorna a la vida!
¡Enciende la radio, lávate, desayuna y cámbiate!
Sal a comerte el mundo,
cantando bajo la lluvia,
bailando bajo el sol,
¡pero no te olvides tu MP3!

Life is now dicen en el norte,
la vida es Rock, te lo digo yo.
Ponle banda sonora a tu vida,
canta, baila, grita, ¡música, maestro!

Carpe diem decían los romanos, ¿recuerdas?
Añádele pasión y música y...
¿Y? (solo de batería)
Canta, baila, vive, ¡música, maestro!

Duerme con Fear of the Dark
sueña con Sweet Dreams
despierta con Master of Puppets,
¡y no te olvides de viajar con el Barón Rojo!

Pero si en la oscuridad caes
y a nada puedes agarrarte,
recuerda este Rock
¡y retorna a la vida!

Are you alive now? She's alive! He's alive!
La Música está viva,
deja que el Rock te invada,
ponle banda sonora a tu vida y
¡música, maestro!


© Santi Gómez, 2011

domingo, 27 de noviembre de 2011

El blog resucitado

El blog vuelve a la vida y se preven nubes de tormenta en las próximas publicaciones. Por un lado estoy escribiendo algo ligado a "diciembre" y por otro tengo ya algo escrito que me gustaría publicar. Y acabaré publicándolo, pero si dejo de dar señales de vida culpen a la sociedad del momento. El post prohibido, por así llamarlo, demostrará muchas cosas tras su publicación y espero no ver nubes de tormenta y malos sentimientos. Que los habrá, sin duda, seamos realistas, si los ha habido siempre, ¿por qué no ahora? El post de diciembre depende por entero del siguiente post. A alguien le dije que se me había ocurrido un relato muy corto pero que no le dejaría leerlo. Pues bien, en un alarde de locura voy a publicarlo. Sobre todo porque una buena amiga me anima a ello. Y porque ya está bien de vivir detrás de cientos de máscaras. Pero me doy cuenta de que esto sirve de presentación, así que juntaré los dos post en este, mientras la tormenta comienza a tronar sobre nuestras cabezas...Si os cae algún rayo no será culpa mía, aviso.
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Crónica de una noche


Cuarteto de jazz, nos dijeron. Un almeriense, anónimo por estos lares, guitarrista, acompañado de músicos desconocidos hasta el minuto 1 del concierto. Pero vayamos por partes. Una merienda rápida a base de un buen bocata de manteca de la abuela, hecha por nuestra madre, un buen vaso de leche de cabra y a vestirse, que íbamos con la hora justa. Viaje con power metal de fondo, me encanta ir en coche con esa música, ya veré cómo se me da cuando yo sea el conductor. Y, por fin, el enorme auditorio municipal, con sus ventanales iluminados, su metálico centinela, alguien famoso pero que ahora no recuerdo; y dos R2-D2, sí, dos, en la acera de enfrente, que de aquel famoso droide solo tienen la forma, pues en realidad son un conjunto de focos que, cuando funcionaban, daban un buen aspecto a la fachada de ladrillo del auditorio. Hablando de aceras, esa expresión de “ser de la otra acera” cada vez se oye menos, por no decir que ya ni se escucha. ¿O quizá me equivoque? Da igual, yo prefiero ir por la carretera, las aceras a ambos lados resbalan y están sucísimas, además de plagadas de minas nauseabundas. Carretera, soy persona que vive entre ambas aceras. Polipiensen o malpiensen, lo que sea, pero piensen. El caso... Parada del coche, nos bajamos y doy los billetes, tickets, entrada, como se llame, aunque mejor dicho sería “invitaciones”, ya que eran gratis. Pero claro, no iban a ser gratis los mejores sitios, así que nos toca en el comúnmente conocido “gallinero”. No sé por qué se le llama así, yo le llamaría “anti-altos”, porque yo ni cabía hace años ni sigo sin caber entre mi asiento y el de debajo. Nueve menos cuarto. Suelto mi comentario de la impuntualidad de la gente, pues no había nadie más que nosotros ya sentados y a esperar, quizá entrase alguien conocido. Pero horror... a menos diez comienzan a pasar (a los mejores sitios, claro, los más cercanos al escenario) cuarentones, carcas, calvas relucientes, cabelleras vampíricas... Nadie de nuestra edad y eso que aparento diecinueve o veinte, según mis compañeros. Me acomodo como puedo, que por mero decoro no estiro las piernas sobre el sillón vacío de delante, y espero a que lleguen las nueve. Pero de pronto, oh, milagro, gente joven, de veintipocos (palabra cuya existencia desconozco, pero la RAE acabará aceptando de no existir) de muy buen ver. No les he podido ver los ojos, que es en lo que más me suelo fijar de una persona, pero, compréndanme, no es lo mismo describir a una chica de buen ver que a un chaval. Chicas habría, sin duda, pero no en el gallinero. Suelo decir que no soy superficial así que el simple hecho de intentar describir a alguien “de buen ver” me resulta complicado... una catástrofe absoluta. Probemos: a los chavales del auditorio no, pero a un mozo, para no repetir “chaval”, que coincidía conmigo en el bus... Uf, tenía unos ojos de esos que no le puedes aguantar la mirada pero te vuelven loco, o loca, según gustos. Y también tenía buena tez, ciertamente, y barbita, de forma cariñosa, no de forma diminutiva. Pero dejé de coger ese temprano autobús y ya no coincidimos... Total, el campus es inmenso en cuanto a estudiantes. Soñar es gratis, dicen. Falso, mentira todo. Soñar será gratis pero para eso hay que soñar o al menos recordar lo soñado, cosa que conmigo últimamente no sucede. En fin... sea como fuere, a las nueve en punto (otro milagro almeriense, aquí te citan a tal hora y hasta que no pasan dos horas no sucede nada...), el guitarrista entra y toca lo suyo. No soy fan del flamenco pero sí de la guitarra española. Y tocaba bien, pero eso, “bien”. Tocó un rato en solitario y después le acompañaron un batería, un saxo y un bajo. Imaginen semejante cuarteto. Lo único que merecía la pena era el saxo y la batería, que combinaban bien. El bajo apenas se oía y la clásica... solo cuando el ego del almeriense clamaba venganza lográbamos escuchar algo. Solos espectaculares de batería, de bajo, de saxo, de la clásica casi todo el concierto, pero esto es como los exámenes de hoy en día. Te estudias la materia, llegas al examen y lo escupes todo de golpe, sin ton ni son. Aquí lo mismo, solo que el estudiante al meno le da un orden a su respuesta, pero este concierto no tenía ni orden ni concierto alguno: cada cual tocaba su papel en solitario, pero junto con los demás. Como se dice coloquialmente, todos iban a su bola. Y en estas entran por el pasillo de la izquierda, a unos metros, dos individuos que me daban mala espina, pues en vez de buscarse un asiento se quedan mirando el espectáculo desde la barandilla. ¿Por qué la mala espina? Porque soy un paranoico y uno de ellos no paraba de toquetearse uno de los bolsillos de la chaqueta. Y a alguien tan paranoico eso le induce a pensar que pueda llevar un arma. Al cabo de un rato uno descubre unas sillas vacías a unos dos metros y se sientan. La paranoia desciende cuando creo distinguir a un compañero de clase y me tranquilizo, relajando el cuerpo lo que el asiento me permite. ¡Ah! Se me olvidó decirlo antes... ¿Han estado alguna vez en un auditorio completamente a oscuras excepto por las luces de los numeritos de las escaleras y el foco que ilumina al guitarrista? La respuesta da igual, simplemente es para presentar lo siguiente: un juego. Sí, una especie de juego consistente en mirar sin parpadear al guitarrista, enfocado por un potente foco, y notar cómo a la vez la mínima luz que hay a tu alrededor en el campo de visión comienza a ser engullida por la oscuridad reinante, aglutinándose alrededor de la iluminada figura sobre el tablado. Lo malo es parpadear, pues se acaba el efecto. Siendo friki, habría estado bien que un sincorazón saliese de esa hambrienta oscuridad y se llevase al almeriense, el cual clamó un “viva Almería” al final. Y con razón: la ciudad está muerta. Todo queda, dicen, menos nosotros. El tiempo vuela, la vida corre, literal y metafóricamente, todos los cuentos acaban igual: todos muertos, perdices incluidas. No sé ni qué hago escribiendo semejante estupidez. Sé que voy a morir, pero no tengo prisa... Y el mero hecho de que esto vea la luz hace inminente mi muerte. Qué arduo es vivir así. Pero hay que vivir y para vivir hay que sobrevivir, ergo comer y como yo siempre digo: prefiero una dieta equilibrada, ya sea carne, pescado, como principales platos, y luego los demás platos, verduras, hortalizas, fruta, plátano y fresa en especial y... lo siento por los del Paraíso, pero prefiero los pecados capitales. Total, somos polvo de estrellas, “científicamente demostrado” y dudo que las estrellas sean hijas de alguna divinidad celestial (del cielo). Ya no sé ni de lo que hablo, o escribo, aunque esté hablando en voz alta a la vez que escribo para organizar mis ideas. Ideas muy mías, propias, “rebeldes”, “está en la edad”, como quieran llamarlas. Pero hasta que me capturen disfrutaré de la vida. Y bueno, quizá haya quien diga que he perdido dos horas en el concierto, si tanto lo critico, pero oye, tenía buenas vistas de vez en cuando y estaba con mi hermana, con la cual paso poco tiempo y disfruto de su compañía aunque sea mínima. Huelga decir que la quiero, pero lo digo y lo diré, la quiero. Aunque no sabe en qué boca del lobo se mete al llamarme “vampiro” o al confundir a mi amado Lestat con el malnacido Edward (malnacido por ser un vampiro malformado, no por otra cosa). Y va siendo hora de cortar el grifo, de cortarme las manos y dejar de escribir. No sé ni por qué he escrito esto, quizá solo hay una razón: desahogarme. Aunque eso no me quita el miedo de que esto sea leído, por supuesto y por desgracia. Bueno, mejor me voy a dormir, a ese mundo de sueños que quizá me deleite mañana con un buen recuerdo... Hasta aquí la anacrónica crónica de una noche, servidor se despide, buenas noches.

PD: Ni que esto fuese un maldito diario...
PD2: Sí, le he cambiado el título, pero es que "anacrónica crónica blabla" no tiene gancho. Y sí, hay palabras inventadas, pero bleh.
PD3: Y ese miedo húmedo de sudor al poner el cursor sobre el botón de publicar... ¿Miedo o máscaras? Toca decidirse... Y quizás me llamen exagerado, pero lo escrito me ha salido del alma, que no de ese órgano bombeador llamado corazón. Es más, que se joda el mundo (de opinión contraria a la mía, claro).
FIN

lunes, 6 de junio de 2011

¿Qué es el tiempo? ¿Oro, quizá? No, ¡exámenes!

¡Saludos de nuevo! He encontrado un hueco para escribir y decir lo siguiente: cierto es que no actualizo el blog desde hace tiempo, pero es porque...
1-Estoy a una semana de selectividad, estoy repasando lo estudiado a lo largo de todo el curso y el tiempo lo empleo en esto.
2-Con tanto repasar no se me ocurre nada que escribir, excepto proyectos largos.
Dicho esto, diré lo siguiente para finalizar: estoy madurando una idea de un relato corto-ensayo que abarque temas políticos, económicos, religiosos, filosóficos, sociales, culturales, etc etc, ambientado en un mundo que para nada es el nuestro. Si me acuerdo, iré diciendo cómo llevo el proyecto, dado que no lo voy a publicar aquí por ser muy extenso.
Y para finalizar, les dejo unos versos que esconden una relación con algún tema muy de actualidad. Nosotros somos nosotros y nuestra circunstancia. Sin esta circunstancia, no existimos. Sin cierto contexto, estos versos no significarían nada, ni siquiera existirían.
Si te despiertas
y caes en un lago,
y para escapar nadas,
tragando cenagoso fango,
por tu vida luchar has
para lograr el futuro.

Si el pasado se olvidó,
si el futuro murió,
si el presente se congeló,
¡aviva la llama!

Si te pierdes en la noche,
un camino a tu diestra,
un camino a tu siniestra,
busca y hacia la luz ve.

Nunca una noche a un amanecer venció,
nada hay bajo el sol sin respuesta,
fango, noche, camino que murió,
la luz te dará la respuesta.

© Santi Gómez, 2011
¡Nos leemos!
*El primer verso de la estrofa nº 4  es de una canción de Warcry, Tú mismo.

lunes, 11 de abril de 2011

Y nada más...

¡Saludos! En el día de hoy, la musa de la inspiración se ha dignado a bañarme con su desveladora luz y ha surgido un escrito, sobre...quién sabe de qué trata. Les reto a que me digan de qué trata, consideren esto una licencia del escritor jeje

Y nada más...

Despierto. Las atronadoras lágrimas de las oscuras señoras celestiales asaltan las translúcidas ventanas de mi celda. El eterno techo blanco amenaza con caer, aplastante, sobre mí. Me siento en la cama, duro colchón de clavos envenenados. Los sangrantes brazos del astro rey me azotan con violencia acostumbradda tras su encarnizada lucha celestial. Las mantas grises caen derrotadas al suelo carcomido. Me calzo mis marrones zapatillas y me levanto. Graves tambores atronadores avanzan hacia el baño, la desvencijada puerta se abre tras una algarabía de crujidos. ¡Oh, tú, espejo, que cada mañana me saludas con esa tez envejecida, mustia, ¡aparta de mí tu fría mirada, muerte, dolor, miedo! La clave de la vida moja mi rostro, marcando los áridos cañones profundos de mi piel. Salgo del baño al compás de los tambores y llego a la cocina, tenuemente iluminada. Un sonido electrizante y un flash a continuación dan algo de vida al solitario lugar. La campanilla del microondas me sobresalta mientras mastico con fuerza la dura hogaza de pan, amargamente acompañada. Vuelvo a mi diminuta prisión, abro el antiguo armario de caoba y descuelgo un único traje negro, con oscuros pantalones, camisa gris y negra corbata, con unos zapatos marrón oscuro. Vestido así de esta muerta guisa, salgo a recibir el día: la lluvia al momento me cala hasta mis ancianos huesos, enfría mis débiles músculos y vuelve, si cabe, aún más oscura mi ropa. El alado carro de fuego continúa su lucha contra las oscuras señoras, sin piedad, dejando un reguero de su cálida sangre por la bóveda grisácea, demasiado pobre como para aportar calidez a mi congelada alma. Sonidos altisonantes y flashes de luces acompañan mi lento paseo por la trémula calle. De pronto, una algarabía de luces, gritos y bocinazos se derrumba sobre todo mi ser y después, luz. El sol ha vencido por fin y ahora ilumina toda la calle, mi antigua celda y los alrededores, alegrando ahora el antes frío ambiente con su abrasador calor. A mi alrededor, los árboles mustios rejuvenecen, los jardines secos florecen y las sombras de mi pasado resurgen, brillantes. A mis pies yace mi celda, mi prisión, mis cadenas, bañado todo en carmesí ambrosía. Y nada más...

E Y nada más D
N



© Santiago Gómez  11..04.2011

sábado, 26 de marzo de 2011

Palabras, palabras, ¡palabras!

Saludos. Esta noche tranquila cual manso río añado al blog una "entrada" sobre mi...vida, sí. Pero no es una biografía, oh, no, es pronto para eso, jeje.Bueno, basta de cháchara y ahora toca leer lo que yo llamo "raro diálogo en verso libre y no tan libre". Un saludo y que lo disfruten.

Silencio...
De pronto,ruido...
¿Quién es?
¡Palabras!


Palabras, palabras, ¡palabras!

Palabras...
¡atronador ruido estruendoso!
¿Palabras?
¡Silencio!


Palabras, palabras, ¡palabras!

¡Basta!
¡Silencio!
¿Palabras?
¿Qué sois?


Tinta,
carboncillo,
sangre,
sueños...

Deseos,
sentimientos,
dolor,
muerte.

¡Pesadilla!
¡Basta!
¿Palabras? ¡Ja!
¡Acero, fuerza y fuego!


De acero
mis palabras
hechas están.

Mi fuerza
en las palabras
habita.

Con fuego
mis palabras
expreso.

Palabras, palabras, ¡palabras!


¡Basta!
¡Silencio!
¿Palabras?
¡Muerte!


Las palabras
son mi mundo:
con palabras
despierto,sueño;
con palabras
sufro, siento
con palabras
vivo y muero...


© Santiago Gómez  26.03.2011

sábado, 5 de marzo de 2011

El Disfraz-relato corto

 Con motivo de la fiesta de Carnaval, se me ocurrió este relato. Aviso: gore.


EL DISFRAZ


Un día cualquiera de marzo, en una ciudad cualquiera. Estamos en la plaza mayor. Miles de jóvenes ataviados de variopintas formas se congregan alrededor de una sardina de corcho, en el centro de la plaza. Hay monstruos, vampiros y vampiresas, hadas, duendes, elfos, zancudos, individuos misteriosos, encapuchados, animales. Todos bailan al ritmo de la música que suena, mientras ríen, a causa del desfile de disfraces que acaece frente a la sardina gigante. Los jóvenes van pasando por la pasarela, mostrando sus disfraces al resto, haciendo piruetas, bailes extravagantes o alguna tontería. El público ríe y aplaude a los mejores disfraces. Pero de pronto, se escuchan unos disparos y la música se suspende. Un silencio recorre la plaza hasta que cinco chavales suben a la pasarela vestidos de soldados, con sus armas de plástico y sus trajes de camuflaje. La multitud se tranquiliza cuando la música vuelve a sonar y aplauden al pequeño ejército. A continuación pasan un grupo vestido de personajes de videojuegos, con ropas extravagantes y coloridas. Pero el silencio vuelve a hacerse, cuando un hombre sube a la pasarela, vestido con una camisa lisa y unos vaqueros, todo pintado de rojo simulando sangre. El hombre se gira y mira a la multitud. Tiene la cara pintada de payaso, blanca, con grandes cejas y la sonrisa pintada de rojo. El hombre se tambalea, luego sigue andando. Cuando se gira para andar, la muchedumbre lanza una exclamación de asombro ante el brazo izquierdo, el cual está cortado a la altura del codo. Aplauden ante esto y el individuo acaba su paseo. Al llegar al suelo, cae inconsciente. Varios chavales se apresuran a ayudarle y entonces descubren que el símil del brazo cortado no es tan falso: le han cortado el brazo de verdad. La noticia vuela como la pólvora por la plaza y el caos se apodera de esta. La multitud aterrorizada se dirige hacia la salida principal, pero entonces escuchan una explosión y se giran de nuevo. La sardina está ardiendo, pero ha sido descabezada. Bajo la sardina hay un individuo encapuchado, con una capa negra ondeando. Tiene la cabeza gacha y lleva algo en la mano derecha. A su espalda, el fuego devora la sardina y los restos caen sobre él, pero ni se inmuta. El fuego prende en su oscura ropa, pronto le cubre por completo. La gente chilla, unos de miedo, otros de asombro. El individuo levanta la cabeza y lanza una carcajada estridente al público, luego salta de la pasarela al suelo. Se deshace de la ardiente ropa y se queda con una camisa blanca, de rayas azules, con unos vaqueros y unas zapatillas deportivas. Lleva una horrenda máscara negra, con clavos por toda su superficie. Está todo manchado de rojo, quizá pintura, piensan unos, quizá sangre, chillan otros. El hombre avanza hacia la muchedumbre que aún queda cerca de la sardina y descubre su mano derecha. Lleva un cuchillo de carnicero, todo rojo. La inmensa mayoría huye ante esto, pero quedan algunos chicos que, o bien son demasiado valientes, o bien siguen pensando que es un montaje. El hombre llega hasta ellos y lanza una carcajada a través de la máscara, luego dice con aguda voz:
—¡Hoy es mi cumple y voy a hacerme un disfraz de zombie!
   
     Dicho esto, se lanza hacia el primer chico que ve y le ataca con el cuchillo. Le destroza el pecho y cuando cae al suelo, le cercena varios dedos de las manos. Los coge y riendo, los clava en los clavos de la máscara. El resto de indecisos huye horrorizado a todo correr. El hombre chilla encolerizado y lanza el cuchillo a uno de ellos, que cae al suelo herido en la espalda. Corre hasta llegar a él, le arranca de forma bestial el arma y, aún vivo el otro, le pone boca arriba. El chico chilla horrorizado e intenta zafarse del loco, pero este saca una cuchara y le saca el ojo derecho. La sangre mana y el muchacho chilla aún más fuerte. El enmascarado coge el globo ocular y tira para cortar los nervios, luego lo clava en la máscara bajo el agujero de su ojo derecho y riendo, se lanza corriendo hacia la multitud. Esta corre de forma alocada, pugnando por salir de la plaza, lanzándose empujones unos a otros y provocando caídas. Cuando una joven cae al suelo, el hombre grita triunfal y a carcajadas llega hasta ella. Esta empieza a gritar y sigue gritando cuando el individuo le empieza a atacar con el cuchillo. Le corta las dos orejas con cortes sucios y las clava en la máscara a los lados, a desigual altura. La joven llora, suplica y mira horrorizada al otro, pero este la deja en el suelo y, riendo aún, vuelve a la carrera hacia la multitud. Esta se había quedado como congelada durante los ataques, para luego echar a correr acabados estos. Llegan a la puerta principal y los primeros gritan
—¡ESTÁ CERRADA!

     La gente se vuelve a quedar quieta y el enmascarado alcanza a otra joven, a la cual arrastra lejos de la multitud. Mientras la ataca, la muchedumbre intenta abrir la puerta, pero no pueden. Llaman gritos a la policía que debía estar fuera, pero no escuchan respuesta alguna. Se giran hacia el loco del cuchillo y empiezan a gritar algunos al verle de nuevo. Ha acabado con la chica y les mira riendo. Lleva una nueva prenda: un collar con un maltrecho corazón colgando de unas venas, todo empapado en sangre. Les mira y les grita
—¿Os gusta mi disfraz? ¡Aún no está acabado!

     Cuando los jóvenes escuchan esto, huyen de su mirada y corren hacia el otro extremo de la plaza, nadie piensa en atacarle. El enmascarado se lanza hacia la derecha, pegando botes y riendo mientras hace malabares con el cuchillo. Un grupo de diez personas se quedan acorraladas en una esquina de la plaza, mirando al loco asustados. Pero tres jóvenes, tras cuchichear entre ellos, avanzan hacia él. Uno le propina un puñetazo que lo tumba y los otros dos se apresuran. El primero cae sobre él, listo para reducirlo, pero suelta un grito cuando el cuchillo le atraviesa el pecho. El individuo grita
—¡Este juego no me gusta! ¡Quiero acabar mi disfraz!
  
     Y libera el arma del pecho del otro, destrozándoselo. Se levanta con la máscara ensangrentada y mira a los otros dos. Estos no se acobardan y dirigen sus puños hacia él. Con dos reveses les corta las manos y las mira, luego ríe y las coge mientras los jóvenes, arrodillados en el suelo, gimen de dolor. El hombre coloca las manos en los bolsillos de la camisa, de forma que sobresalgan y se vean y busca más víctimas, mientras hace un macabro recuento
—Llevo un ojo, dos orejas, dedos, dos manos...¡todavía me faltan cosas!

     De pronto, la puerta principal se abre y entran los cuerpos de seguridad. A gritos, evacúan la plaza y encaran al enmascarado. Este huye de ellos y se sube a la pira ardiente de los restos de la sardina. Gritando, se mete entre las cenizas y desaparece cubierto por ellas. La policía rodea la pira y apunta con sus armas, dispuestos a abrir fuego. Escuchan un ruido y la montaña de cenizas empieza a hundirse. Los policías se acercan y descubren con pesar una alcantarilla abierta, con restos de sangre alrededor. Desde fuera escuchan la risa del loco. Reciben una orden y tras bajar, le siguen a todo correr. . .
*                                                                               *                                                                              *

Eso ocurrió hace muchos años. El caso “el Disfraz” se cerró tras varios años de infructuosa búsqueda. El sheriff Adams dio una rueda de prensa a nivel nacional anunciando que habían abandonado la búsqueda por falta de pruebas, pero que tuviesen cuidado y extremasen las precauciones en las fiestas públicas. Hubo manifestaciones para que la búsqueda continuase, pero meses después se volvieron a congelar por la falta total y absoluta de pruebas. Solo tenían el tipo de cuchillo empleado para seguirlo. Como dijo el sheriff, el sujeto había empleado guantes en sus homicidios, por lo que la búsqueda de pruebas no dio resultado alguno. A raíz de esto se incrementaron las medidas de seguridad en las festividades nacionales, pero no se volvió a saber del individuo del cuchillo. 

      A día de hoy, vuelve a ser carnaval. En la Comisaría, Adams hacen una pequeña fiesta de disfraces, prohibiendo disfrazarse de policía. Se reúnen en el aparcamiento, unos llevan música y otros comida. Van disfrazados unos de gente normal, otros de enfermeros, otros de zombies, otros de vampiros...Cuando todos están fuera, cuelgan carteles preparados, en los que pone "Felicidades, Adams" y otras cosas referidas al cumpleaños del sheriff. Le esperan, pero se impacientan y van a buscarle al edificio principal. Los de fuera escuchan un grito y se apresuran a entrar. En el vestíbulo ven a los compañeros de antes, mutilados: a uno le falta un brazo y a la otra una pierna. Ponen caras de horror al ver esto, pero luego corren a por sus armas. Llegan a la armería y comprueban con pesar que alguien las ha destrozado, así que se arman con las porras. Salen de allí y se dividen en grupos numerosos para buscar al culpable de  todo, con un mal presentimiento y un recuerdo del pasado asaltando sus mentes. De pronto, toda la luz del edificio se corta y se escucha una risa por la megafonía, acompañada de una voz estridente que dice:
—¡Hoy es mi cumple y voy a acabar mi disfraz!

-Fin-

martes, 15 de febrero de 2011

Como dijo Montaigne, "La principal ocupación de mi vida consiste en pasarla lo mejor posible"

¡Carpe diem!
Aprovecha cada segundo, cada minuto,
cada hora, cada suspiro de tu vida
como si fuese el último,
pues la vida es corta, a veces demasiado.
No intentes adivinar los designios de Láquesis
sino que acepta lo que te venga
y si problemas son, enfrentate a ellos,
sabiendo que siempre saldrá el sol tras la tempestad.
No sabes cuándo Átropos vendrá con sus detestables tijeras,
pero no temas y vive hasta ese momento
mas sin abusar, pues así abandonarías tu humanidad.

Elogio de la lectura

Como comienzo adecuado del blog...

Para empezar este blog en el que pondré o bien ensayos o bien relatos cortos, o bien algo de poesía, me veo en la obligación de elogiar primeramente a la lectura.

Me encanta leer. Esto de por sí es un elogio, pero el elogio será mayor si explico el por qué. ¿Por qué? Porque es como tener otra vida paralela a la mía, es como vivir varias veces. Además, al vivir esa otra vida, la recreo toda ella en lo posible en mi mente: veo mi cuarto como la torre del homenaje de alguna fortaleza sitiada, como el camarote de algún trirreme griego de la flota de Alejandro Magno, como la tienda de campaña de algún soldado romano en plena Segunda Guerra Púnica. Yo navego por la la lectura, galopo a lomos de un semental árabe, vuelo a lomos de un dragón negro, y esto último es extraño pues tengo un vértigo terrible. La lectura da alas a mi imaginación, para esto no hace falta un redbull. Yo devoro libros, es una forma de decirlo. Leo un libro una y otra vez, de tal forma que mi pequeña biblioteca de mi cuarto me la sé de memoria, y si no, que suba Modesto y me lleve. No leo por llegar al final, si no por disfrutar lo narrado, saborearlo. Un libro es como la vida en este sentido, pues la vida, por larga o corta que sea, siempre tiene un final, por eso hay que disfrutar la vida al máximo en lo posible, y ¿qué mejor que vivir dos o más veces con un libro en mano?

        Pero a la hora de leer, también aprendo valores como el respeto, la tolerancia, la lealtad, la honestidad, la responsabilidad, la paciencia, la gratitud... entre otras, como el odio irracional a orcos y goblins... y a no cometer los mismos errores que se  cometieron en el pasado y desencadenaron grandes catástrofes.

        Yo leo, principalmente, novelas largas ambientadas sobretodo en una Edad Media fantástica, pero también me gustan las que tratan hechos históricos y fidedignos, como campañas bélicas famosas, o biografías de personajes históricos, como Napoleón.

        Además, con la lectura se adquiere un vocabulario formidable, que te puede ayudar a leer otras cosas, y a entenderlas. Hay muchos tipos de lectura, además de novelas; como tratados políticos, económicos, recetas de cocina, periódicos, revistas especializadas, etc; y en ocasiones es necesario un vocabulario técnico para leerlos. En ocasiones, los políticos aparecen en televisión dando mitines y depende de nuestro vocabulario para entenderles y no caer en la ignorancia. Esto lo han sabido ciertos personajes históricos y lo han usado en su favor y en contra del pueblo. Por ejemplo, en el año 1491 en Florencia, se inició una quema de vanidades donde los ciudadanos quemaban objetos de lujo, pero sobretodo libros y obras de arte, libros considerados licenciosos, entre ellos ejemplares de Boccaccio. El iniciador de esto fue un religioso italiano llamado Giovano Savonarola. Otro personaje hacedor de tales hechos, no, personaje no, institución: la Iglesia. La Iglesia tuvo un libro titulado "Index librorum prohibitorum", es decir, "índice de libros prohibidos". En ese índice hay obras de autores tales como Erasmo de Rotterdam, Descartes, Boccaccio, Hume, Hobbes, entre otros; y obras como Lazarillo de Tormes, Madame Bovary, entre otras. También, el régimen nazi adoptó la idea de quema de libros motivada por objeciones morales, políticas o religiosas. Mucho peor fue la perdida de toda una cultura en México, con la llegada de los conquistadores: la cultura maya, recogida en sus escritos fue reducida a cenizas por ser "pagana". Hechos como estos ha habido cientos a lo largo de nuestra historia, pero lo que los hacedores de esta infame estupidez no sabían que estaban ¡elogiando a la lectura! Si yo destruyo algo porque temo que sea usado contra mí, estoy elogiando ese algo, aunque de forma indirecta. Por eso he expuesto esto. 

        La lectura nos forma como personas que vivirán en sociedad y se adaptarán a ella (quién sabe, quizás alguien de la clase crea un imperio...) mirando siempre al pasado, intentando no cometer los errores históricos y mejorar nuestras vidas, eso sí, la vida de los libros no sale de los libros, cada uno tiene que vivir su propia vida, no la de su personaje favorito, y luego, en sus ratos libres o en alguna asignatura aburrida, echar un vistazo a esa otra vida.

        También, hasta hace muy pocos años, la lectura era un lujo vedado a la inmensa mayoría de los individuos, excepto a las altas clases de la sociedad. En la Edad Antigua, en Roma y Grecia, siendo de ciudad se podía acceder a la lectura, más tarde, en la Edad Media esto cambió, pues solo el clero tenía el conocimiento de leer y escribir, estando vedado al pueblo llano, y ausente en la nobleza. Había reyes incluso que no sabían leer más allá de sus nombres. Hace unos pocos años era un lujo de acceso medio, quien podía se lo permitía y quien no, no. Hoy día hay libros en cualquier parte, de todo tipo. Tenemos bibliotecas para hacer uso gratuito y libre de ellos, y la literatura va avanzando, ergo, aprovechémosla ya que podemos, pues puede llegar el día en que suceda que un tirano se imponga en el poder y arrase con nuestros objetos de lectura. Pero como hoy no es ese día, ¡leamos!, y escribamos, pues para escribir hay que leer.

        Finalizo diciendo, o escribiendo, que me voy siempre a la cama leyendo, es más, si no leo duermo regular, pues siento que me falta algo, como cuando salgo de casa al instituto en zapatillas <<Me falta algo...>>.  No sé si es malo que leer se haya convertido en algo monótono, pero disfruto leyendo.

—Hecho esto, puedo dar rienda suelta al blog.