lunes, 28 de noviembre de 2011

Vale, sigamos...



¿Qué ves?

¿Qué ves,
cuando cierras tus ojos, ojos otoñales, océanos delirantes, olivos en flor, 
qué ves?
¿Flagrantes rayos de sol, colores fulgurantes, turbias siluetas, recuerdos 
del presente?
¿Qué ves,
cuando abres tus ojos, cuando la luz te abruma, el presente te embarga, 
enloquece, emborracha, explota?
¿Qué ves, cuando las notas trepan por la guitarra, los rosados dedos 
acarician la música, cuando cierras los ojos y en la belleza te sumerges? 


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¡Despierta!
Hey, despierta, stand up!
¿No escuchas el rumor del viento,
el piar de los pájaros,
el susurro de los árboles,
el maldito despertador?

¡Levanta, despierta, retorna a la vida!
¡Enciende la radio, lávate, desayuna y cámbiate!
Sal a comerte el mundo,
cantando bajo la lluvia,
bailando bajo el sol,
¡pero no te olvides tu MP3!

Life is now dicen en el norte,
la vida es Rock, te lo digo yo.
Ponle banda sonora a tu vida,
canta, baila, grita, ¡música, maestro!

Carpe diem decían los romanos, ¿recuerdas?
Añádele pasión y música y...
¿Y? (solo de batería)
Canta, baila, vive, ¡música, maestro!

Duerme con Fear of the Dark
sueña con Sweet Dreams
despierta con Master of Puppets,
¡y no te olvides de viajar con el Barón Rojo!

Pero si en la oscuridad caes
y a nada puedes agarrarte,
recuerda este Rock
¡y retorna a la vida!

Are you alive now? She's alive! He's alive!
La Música está viva,
deja que el Rock te invada,
ponle banda sonora a tu vida y
¡música, maestro!


© Santi Gómez, 2011

domingo, 27 de noviembre de 2011

El blog resucitado

El blog vuelve a la vida y se preven nubes de tormenta en las próximas publicaciones. Por un lado estoy escribiendo algo ligado a "diciembre" y por otro tengo ya algo escrito que me gustaría publicar. Y acabaré publicándolo, pero si dejo de dar señales de vida culpen a la sociedad del momento. El post prohibido, por así llamarlo, demostrará muchas cosas tras su publicación y espero no ver nubes de tormenta y malos sentimientos. Que los habrá, sin duda, seamos realistas, si los ha habido siempre, ¿por qué no ahora? El post de diciembre depende por entero del siguiente post. A alguien le dije que se me había ocurrido un relato muy corto pero que no le dejaría leerlo. Pues bien, en un alarde de locura voy a publicarlo. Sobre todo porque una buena amiga me anima a ello. Y porque ya está bien de vivir detrás de cientos de máscaras. Pero me doy cuenta de que esto sirve de presentación, así que juntaré los dos post en este, mientras la tormenta comienza a tronar sobre nuestras cabezas...Si os cae algún rayo no será culpa mía, aviso.
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Crónica de una noche


Cuarteto de jazz, nos dijeron. Un almeriense, anónimo por estos lares, guitarrista, acompañado de músicos desconocidos hasta el minuto 1 del concierto. Pero vayamos por partes. Una merienda rápida a base de un buen bocata de manteca de la abuela, hecha por nuestra madre, un buen vaso de leche de cabra y a vestirse, que íbamos con la hora justa. Viaje con power metal de fondo, me encanta ir en coche con esa música, ya veré cómo se me da cuando yo sea el conductor. Y, por fin, el enorme auditorio municipal, con sus ventanales iluminados, su metálico centinela, alguien famoso pero que ahora no recuerdo; y dos R2-D2, sí, dos, en la acera de enfrente, que de aquel famoso droide solo tienen la forma, pues en realidad son un conjunto de focos que, cuando funcionaban, daban un buen aspecto a la fachada de ladrillo del auditorio. Hablando de aceras, esa expresión de “ser de la otra acera” cada vez se oye menos, por no decir que ya ni se escucha. ¿O quizá me equivoque? Da igual, yo prefiero ir por la carretera, las aceras a ambos lados resbalan y están sucísimas, además de plagadas de minas nauseabundas. Carretera, soy persona que vive entre ambas aceras. Polipiensen o malpiensen, lo que sea, pero piensen. El caso... Parada del coche, nos bajamos y doy los billetes, tickets, entrada, como se llame, aunque mejor dicho sería “invitaciones”, ya que eran gratis. Pero claro, no iban a ser gratis los mejores sitios, así que nos toca en el comúnmente conocido “gallinero”. No sé por qué se le llama así, yo le llamaría “anti-altos”, porque yo ni cabía hace años ni sigo sin caber entre mi asiento y el de debajo. Nueve menos cuarto. Suelto mi comentario de la impuntualidad de la gente, pues no había nadie más que nosotros ya sentados y a esperar, quizá entrase alguien conocido. Pero horror... a menos diez comienzan a pasar (a los mejores sitios, claro, los más cercanos al escenario) cuarentones, carcas, calvas relucientes, cabelleras vampíricas... Nadie de nuestra edad y eso que aparento diecinueve o veinte, según mis compañeros. Me acomodo como puedo, que por mero decoro no estiro las piernas sobre el sillón vacío de delante, y espero a que lleguen las nueve. Pero de pronto, oh, milagro, gente joven, de veintipocos (palabra cuya existencia desconozco, pero la RAE acabará aceptando de no existir) de muy buen ver. No les he podido ver los ojos, que es en lo que más me suelo fijar de una persona, pero, compréndanme, no es lo mismo describir a una chica de buen ver que a un chaval. Chicas habría, sin duda, pero no en el gallinero. Suelo decir que no soy superficial así que el simple hecho de intentar describir a alguien “de buen ver” me resulta complicado... una catástrofe absoluta. Probemos: a los chavales del auditorio no, pero a un mozo, para no repetir “chaval”, que coincidía conmigo en el bus... Uf, tenía unos ojos de esos que no le puedes aguantar la mirada pero te vuelven loco, o loca, según gustos. Y también tenía buena tez, ciertamente, y barbita, de forma cariñosa, no de forma diminutiva. Pero dejé de coger ese temprano autobús y ya no coincidimos... Total, el campus es inmenso en cuanto a estudiantes. Soñar es gratis, dicen. Falso, mentira todo. Soñar será gratis pero para eso hay que soñar o al menos recordar lo soñado, cosa que conmigo últimamente no sucede. En fin... sea como fuere, a las nueve en punto (otro milagro almeriense, aquí te citan a tal hora y hasta que no pasan dos horas no sucede nada...), el guitarrista entra y toca lo suyo. No soy fan del flamenco pero sí de la guitarra española. Y tocaba bien, pero eso, “bien”. Tocó un rato en solitario y después le acompañaron un batería, un saxo y un bajo. Imaginen semejante cuarteto. Lo único que merecía la pena era el saxo y la batería, que combinaban bien. El bajo apenas se oía y la clásica... solo cuando el ego del almeriense clamaba venganza lográbamos escuchar algo. Solos espectaculares de batería, de bajo, de saxo, de la clásica casi todo el concierto, pero esto es como los exámenes de hoy en día. Te estudias la materia, llegas al examen y lo escupes todo de golpe, sin ton ni son. Aquí lo mismo, solo que el estudiante al meno le da un orden a su respuesta, pero este concierto no tenía ni orden ni concierto alguno: cada cual tocaba su papel en solitario, pero junto con los demás. Como se dice coloquialmente, todos iban a su bola. Y en estas entran por el pasillo de la izquierda, a unos metros, dos individuos que me daban mala espina, pues en vez de buscarse un asiento se quedan mirando el espectáculo desde la barandilla. ¿Por qué la mala espina? Porque soy un paranoico y uno de ellos no paraba de toquetearse uno de los bolsillos de la chaqueta. Y a alguien tan paranoico eso le induce a pensar que pueda llevar un arma. Al cabo de un rato uno descubre unas sillas vacías a unos dos metros y se sientan. La paranoia desciende cuando creo distinguir a un compañero de clase y me tranquilizo, relajando el cuerpo lo que el asiento me permite. ¡Ah! Se me olvidó decirlo antes... ¿Han estado alguna vez en un auditorio completamente a oscuras excepto por las luces de los numeritos de las escaleras y el foco que ilumina al guitarrista? La respuesta da igual, simplemente es para presentar lo siguiente: un juego. Sí, una especie de juego consistente en mirar sin parpadear al guitarrista, enfocado por un potente foco, y notar cómo a la vez la mínima luz que hay a tu alrededor en el campo de visión comienza a ser engullida por la oscuridad reinante, aglutinándose alrededor de la iluminada figura sobre el tablado. Lo malo es parpadear, pues se acaba el efecto. Siendo friki, habría estado bien que un sincorazón saliese de esa hambrienta oscuridad y se llevase al almeriense, el cual clamó un “viva Almería” al final. Y con razón: la ciudad está muerta. Todo queda, dicen, menos nosotros. El tiempo vuela, la vida corre, literal y metafóricamente, todos los cuentos acaban igual: todos muertos, perdices incluidas. No sé ni qué hago escribiendo semejante estupidez. Sé que voy a morir, pero no tengo prisa... Y el mero hecho de que esto vea la luz hace inminente mi muerte. Qué arduo es vivir así. Pero hay que vivir y para vivir hay que sobrevivir, ergo comer y como yo siempre digo: prefiero una dieta equilibrada, ya sea carne, pescado, como principales platos, y luego los demás platos, verduras, hortalizas, fruta, plátano y fresa en especial y... lo siento por los del Paraíso, pero prefiero los pecados capitales. Total, somos polvo de estrellas, “científicamente demostrado” y dudo que las estrellas sean hijas de alguna divinidad celestial (del cielo). Ya no sé ni de lo que hablo, o escribo, aunque esté hablando en voz alta a la vez que escribo para organizar mis ideas. Ideas muy mías, propias, “rebeldes”, “está en la edad”, como quieran llamarlas. Pero hasta que me capturen disfrutaré de la vida. Y bueno, quizá haya quien diga que he perdido dos horas en el concierto, si tanto lo critico, pero oye, tenía buenas vistas de vez en cuando y estaba con mi hermana, con la cual paso poco tiempo y disfruto de su compañía aunque sea mínima. Huelga decir que la quiero, pero lo digo y lo diré, la quiero. Aunque no sabe en qué boca del lobo se mete al llamarme “vampiro” o al confundir a mi amado Lestat con el malnacido Edward (malnacido por ser un vampiro malformado, no por otra cosa). Y va siendo hora de cortar el grifo, de cortarme las manos y dejar de escribir. No sé ni por qué he escrito esto, quizá solo hay una razón: desahogarme. Aunque eso no me quita el miedo de que esto sea leído, por supuesto y por desgracia. Bueno, mejor me voy a dormir, a ese mundo de sueños que quizá me deleite mañana con un buen recuerdo... Hasta aquí la anacrónica crónica de una noche, servidor se despide, buenas noches.

PD: Ni que esto fuese un maldito diario...
PD2: Sí, le he cambiado el título, pero es que "anacrónica crónica blabla" no tiene gancho. Y sí, hay palabras inventadas, pero bleh.
PD3: Y ese miedo húmedo de sudor al poner el cursor sobre el botón de publicar... ¿Miedo o máscaras? Toca decidirse... Y quizás me llamen exagerado, pero lo escrito me ha salido del alma, que no de ese órgano bombeador llamado corazón. Es más, que se joda el mundo (de opinión contraria a la mía, claro).
FIN